Para hablar de mi fotografía, necesito hablar de mí, porque no existe un yo sin ella, porque gracias a ella he aprendido a ver más allá de los cinco sentidos, a emocionarme con cada palabra, beso y caricia de los que soy testigo, y que gracias a un simple click capturo para siempre.
Nací entre cámaras, ampliadoras y ese olor a papel recién revelado, crecí sin pensar que mi pasión podía ser mi profesión, pero todo cambió, curiosamente, con el regalo de mi graduación de estudios universitarios: una cámara reflex.
Y por cosas del destino, me colgué antes el cinturón de la cámara antes que el diploma que había recibido…
Desde entonces, cuento historias cada día, lo que veo, lo que siento y lo que vivo.
Siempre he pensado que para poder hacer sentir con una fotografía, uno debe sentir, no importa cuál sea el sentimento, lo que importa es la capacidad de capturarlo, mostrarlo y trasmitirlo a aquél que lo está visualizando, y es por eso, que me gusta conocer cada historia, transformarme en un elemento más de su entorno, les siento, su ilusión, su felicidad, sus inquietudes, un testigo más del momento que se vive, hasta hacerme casi invisible, pudiendo ser ellos mismos dejando libre su manera de sentir, amar y transmitir, sólo de esa manera, a través de cada click mostra todo lo que veo, vivo y siento.
Esta soy yo, y busco en cada fotografía, la capacidad de hacerme sentir en cada click las ganas de contenerme lágrimas de emoción, un cosquilleo en el estómago y la enorme felicidad de trabajar cada día en lo que más me gusta.